Erving Goffman fue un sociólogo y escritor considerado como el padre de la microsociología. Es considerado como uno de los más grandes sociólogos del siglo XX.
La microsociología consiste en el estudio de las unidades mínimas de interacción entre las personas, centrándose siempre en grupos pequeños, diferenciándose así de la mayoría de estudios sociológicos que se habían hecho hasta el momento, siempre a gran escala.
Lo curioso del pensamiento de este sociólogo es que interpreta el comportamiento de las personas como una realidad determinada que no deja de ser una actuación. En este sentido, Goffman asimila el comportamiento de las personas en la interacción con los otros como la «actuación en una obra de teatro». Todos somos actores y condicionamos nuestra actuación dependiendo del rol que nos toca en cada momento.
Distingue entre la escena y el backstage: en el escenario existen todas las interacciones que la gente hace delante de los demás, mientras que la parte trasera domina toda las que se mantienen ocultas o se guardan.
Toda su obra se basa en metáforas del teatro.
«En su condición de actuantes, los individuos se preocupan por mantener la impresión de que cumplen muchas reglas que se les puede aplicar para juzgarlos, pero a un individuo, como actuante, no le preocupa el problema moral de cumplir esas reglas sino el problema amoral de fabricar una impresión convincente de que las está cumpliendo. Nuestra actividad se basa en gran medida en la moral pero, en realidad, como actuantes, no tenemos interés moral en ella. Como actuantes somos mercaderes de la moralidad» Erving Goffman
Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos llevamos puesta una máscara. Dependemos del rol en el que tenemos que actuar. Las personas que sean mejores actores, serán capaces de interactuar de una forma más óptima.
Al preguntar a Hoffman si realmente existe identidad real, no ficticia, nos dice que existe una identidad real, somos cada uno de nuestros papeles. Aunque si bien es cierto que cuando llegamos a casa y estamos solos, nuestra identidad es diferente.
Un ejemplo, que puede ser de gran ayuda para los que no llegan a creer en la validez de este pensamiento, es la película alemana, «Das experiment (el experimento)», basada en un experimento real, en el que un grupo de personas que no se conocen, entran a formar parte de un experimento dentro de una cárcel. Se dividen los grupos en carceleros y reclusos.
El experimento consistía en ver si el rol determinado que se encomienda, puede cambiar los valores personales, la moral o la ética de las personas.
No les digo el final, para que ustedes puedan visualizarla. Merece la pena.
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