No podemos negar que cuando nos hemos enfrentado a nuestro primer juicio hemos experimentado, en mayor o menor medida, miedo escénico, desconocimiento del medio, nervios, etc.
Asistir a nuestra primera vista no debería provocarnos sensaciones negativas.
Debemos intentar reconducir esa situación hacia algo positivo; no vamos a poder eliminar la tensión del momento, pero sí controlarla para que se transforme en una tensión positiva, en un estado de alerta que va a hiperactivar nuestras funciones psíquicas y fisiológicas en la sala de vistas.
La cuestión es cómo reconducir o canalizar esa tensión; bajo mi punto de vista, absolutamente personal y basado en la experiencia de años en el ejercicio de esta profesión, deberían tenerse en cuenta algunos factores que minimizarían el miedo escénico y la tensión negativa o bloqueante para transformarla en una descarga de adrenalina de efectos positivos para el abogado.
Es fundamental llevar un control absoluto del asunto que tengamos entre manos.
Si hemos preparado nosotros la demanda, contestación, querella, etc., vamos a conocer el tema de primera mano, pero muchas veces se nos entrega un caso preparado por otros abogados para preparar directamente la vista; mi consejo es leerse absolutamente todo lo que aparezca en el expediente judicial, mantener una entrevista con el cliente, ya que eso ayuda a asimilar mucho mejor la información que hemos leído y esquematizar y diferenciar los puntos en los que vamos a basar nuestra defensa, pero sin someternos al arbitrio de la memoria. Conocer un asunto no es haberlo memorizado, es controlarlo, entenderlo, saber dónde podemos encontrar un determinado documento, dónde están los puntos fuertes y débiles de la postura mantenida por nuestro cliente y que nosotros vamos a defender en sala. Tenemos que interiorizar los hechos enjuiciados igual que si nos hubieran sucedido a nosotros.
Idéntico razonamiento debe aplicarse para la preparación de preguntas y alegaciones finales; es aconsejable sacar preguntas de cada párrafo de los escritos rectores del procedimiento en cuestión (o de las denuncias y declaraciones de la fase de instrucción si nos encontramos en sede penal), y esas preguntas serán la señal inequívoca de que hemos ido descomponiendo y analizando los hechos ; evidentemente, formularemos menos de la mitad de las preguntas que hemos preparado y tendremos que improvisar en función de las respuestas de las partes, pero llevar una batería de preguntas lista para ser utilizada nos va proporcionar mucha seguridad.
Las alegaciones finales no se deben memorizar
ni preparar de tal forma que vayan a ser reproducidas literalmente durante nuestro alegato. Podemos tener prevista la fundamentación jurídica, sentencias que entendamos de aplicación o incluso la valoración de algún medio probatorio que ya esté incorporado al procedimiento, pero es imposible adelantarnos al resultado de la prueba practicada en el acto de la vista. Por ello, me remito a lo ya adelantado en el apartado anterior: preparemos un esquema que nos facilite el guión de lo que queremos dejar claro en nuestro resumen y que, en caso de un hipotético bloqueo o de un «cambio de paso» por parte del Juez, nos va a permitir retomar ese guión en el punto en el que había sido interrumpido.
Anotar las respuestas a las preguntas que se formulan en el juicio por las partes nos va facilitar referirnos a ellas durante la valoración que hagamos de esa declaración en el resumen final. Sólo vamos a tener que leer las respuestas que hemos ido anotando.
Realizar un repaso previo a la Ley Procesal
aplicable para recordar los «ritos» del procedimiento, prestando especial atención a los recursos orales en sede civil (reposición) y a la obligatoria protesta en sede penal.
Conviene haber visto juicios similares
Antes de esa primera vista, (y a ser posible en el mismo Juzgado), conocer el edificio de los Juzgados, dónde se encuentra la sala de togas, etc.
Es recomendable hacer unos ejercicios de control de la respiración
unos minutos antes de ser llamados para entrar en la sala. Calmará nuestros nervios.
No me acaba de convencer la costumbre de poner en conocimiento del Juez que «se trata de nuestra primera vista»; se hacía, se hace y se seguirá haciendo, pero mi experiencia me dice que con determinados abogados y, sobre todo con determinados Jueces, el resultado puede ser contraproducente. El letrado se pondrá más nervioso porque ha puesto en evidencia su inexperiencia y el Juez no tiene por qué mostrar más empatía con él por ese motivo, más bien sucede al contrario.
Es absolutamente recomendable haber realizado simulaciones de juicios, ya que es la única forma en la que el abogado va a aprender a lo que es un juicio, y no por haberlo visto, sino por haberlo preparado y celebrado él, adquiriendo una inestimable experiencia, capacidad de improvisación y tomando conciencia de sus propias capacidades en sala.
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Gracias, me sirve de mucho